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Los sitios de arte rupestre suelen llamarnos la atención, a menudo, por ciertas características muy distintivas, que involucran imágenes inesperadas o propiedades poco comunes. Para dar un ejemplo, en algunas partes de los Andes, no es extraño encontrar sitios de arte rupestre con la imagen de un "mono". Sin embargo, una imagen de un "mono tocando trompeta" es mucho más idiosincrática y sólo ha sido reportada en una ocasión (Van Hoek 2005a).
En contraste con lo inesperado, es una práctica más común el repiqueteado o repisado de los petroglifos. Sociedades prehistóricas posteriores a las de sus artífices o incluso visitantes actuales (algunos vándalos), han repisado, alterado o destruido las imágenes. Sin embargo, miembros de la misma sociedad prehistórica que crearon las imágenes originales pudieron ser los responsables de estas prácticas. En la mayoría de los casos, la imagen original ha permanecido sin mayores cambios. La disposición y los detalles internos permanecen iguales, aunque modificados.
En algunos casos inusuales, el artista prehistórico dejó la estructura original inalterada pero, por alguna razón desconocida, modificó detalles internos de la imagen. En arte rupestre esta práctica es extremadamente difícil de comprobar, ya que es casi imposible determinar si de hecho, en algún momento, los elementos modificados incluyeron o no ciertos detalles, debido a que generalmente estos ya no son visibles. Además, los restos de la imagen original y los sectores alterados muestran el mismo grado de patinación. Ocasionalmente hay una diferencia en la ejecución como un piqueteado más fino y grueso, que podría indicar que diferentes artistas fueron los responsables de la imagen final. Sin embargo, las diferencias en el piqueteado no brindan evidencia concluyente respecto a la cronología relativa o a la diferencia en la autoría de los petroglifos.
Por lo tanto, algunos casos denunciados de petroglifos alterados merecen una mirada más detallada. Una conjunto interesante se encuentra en Toro Muerto, el sitio más grande de arte rupestre del Perú y uno de los más grandes del mundo con cerca de 5.000 cantos rodados que poseen petroglifos. Mucha de su iconografía idiosincrática parece ser una exesiva y desesperada respuesta de la cultura local, Chuquibamba, ante desastres climáticos como las sequías extremas y el destructivo fenómeno de El Niño durante el último periodo intermedio (A.D. 1000 -1500) (Van Hoek 2003). En este artículo, me centro en un pequeño grupo de petroglifos de este inmenso sitio, para lo cual sugiero tentativamente que sus antiguos habitantes alteraron cuidadosamente ciertas imágenes con el claro propósito de modificar ciertas áreas previamente escogidas.
Toro Muerto fue descubierto por el Dr. Eloy Linares Málaga en 1951 y desde entónces ha sido estudiado por varias personas. Comprensible, pero desafortunadamente no existe un inventario completo de este sitio. Uno de los más valiosos trabajos, que presenta abundantes ilustraciones, es el realizado por Nuñez Jiménez (1986). Desafortunadamente, este autor incluyó, principalmente dibujos en blanco y negro que no muestran suficientes detalles y peculiaridades. Esto significa, por lo tanto, que se usó el negro para indicar por igual los sectores piqueteados y los incisos, los superficiales y los profundos, los piqueteados ligeros y los gruesos, las características ciertas o las dudosas. Sin embargo, tales diferencias son escenciales para reconocer particularidades y para acceder a posibles explicaciones. Por lo tanto, cualquier inventario futuro debería ilustrar y describir dichos detalles.
"Aves"
En contraste con lo inesperado, es una práctica más común el repiqueteado o repisado de los petroglifos. Sociedades prehistóricas posteriores a las de sus artífices o incluso visitantes actuales (algunos vándalos), han repisado, alterado o destruido las imágenes. Sin embargo, miembros de la misma sociedad prehistórica que crearon las imágenes originales pudieron ser los responsables de estas prácticas. En la mayoría de los casos, la imagen original ha permanecido sin mayores cambios. La disposición y los detalles internos permanecen iguales, aunque modificados.
En algunos casos inusuales, el artista prehistórico dejó la estructura original inalterada pero, por alguna razón desconocida, modificó detalles internos de la imagen. En arte rupestre esta práctica es extremadamente difícil de comprobar, ya que es casi imposible determinar si de hecho, en algún momento, los elementos modificados incluyeron o no ciertos detalles, debido a que generalmente estos ya no son visibles. Además, los restos de la imagen original y los sectores alterados muestran el mismo grado de patinación. Ocasionalmente hay una diferencia en la ejecución como un piqueteado más fino y grueso, que podría indicar que diferentes artistas fueron los responsables de la imagen final. Sin embargo, las diferencias en el piqueteado no brindan evidencia concluyente respecto a la cronología relativa o a la diferencia en la autoría de los petroglifos.
Por lo tanto, algunos casos denunciados de petroglifos alterados merecen una mirada más detallada. Una conjunto interesante se encuentra en Toro Muerto, el sitio más grande de arte rupestre del Perú y uno de los más grandes del mundo con cerca de 5.000 cantos rodados que poseen petroglifos. Mucha de su iconografía idiosincrática parece ser una exesiva y desesperada respuesta de la cultura local, Chuquibamba, ante desastres climáticos como las sequías extremas y el destructivo fenómeno de El Niño durante el último periodo intermedio (A.D. 1000 -1500) (Van Hoek 2003). En este artículo, me centro en un pequeño grupo de petroglifos de este inmenso sitio, para lo cual sugiero tentativamente que sus antiguos habitantes alteraron cuidadosamente ciertas imágenes con el claro propósito de modificar ciertas áreas previamente escogidas.
Toro Muerto fue descubierto por el Dr. Eloy Linares Málaga en 1951 y desde entónces ha sido estudiado por varias personas. Comprensible, pero desafortunadamente no existe un inventario completo de este sitio. Uno de los más valiosos trabajos, que presenta abundantes ilustraciones, es el realizado por Nuñez Jiménez (1986). Desafortunadamente, este autor incluyó, principalmente dibujos en blanco y negro que no muestran suficientes detalles y peculiaridades. Esto significa, por lo tanto, que se usó el negro para indicar por igual los sectores piqueteados y los incisos, los superficiales y los profundos, los piqueteados ligeros y los gruesos, las características ciertas o las dudosas. Sin embargo, tales diferencias son escenciales para reconocer particularidades y para acceder a posibles explicaciones. Por lo tanto, cualquier inventario futuro debería ilustrar y describir dichos detalles.
"Aves"
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